Ya os he contando que mi lactancia empezó con mal pie en el hospital: separación a las pocas horas de nacer, le daban biberones sin mi permiso, visitas a rehabilitación de neonatos con horarios restringidos (cada 3 horas y no me permitían ir por la noche), muy malos consejos sobre lactancia de los profesionales del centro, estrés, agotamiento físico y mental... ¡fatal!.
Cuando conseguí escapar de esa pesadilla y llegar a casa me subió la leche. Yo estaba muy fastidiada por el desgarro que tuve y casi no me podía mover, así que pasaba los días en la cama y ahí le daba el pecho a Víctor.
La primera vez que me vio la matrona tuvo que venir a mi casa porque yo casi no podía dar un paso, ni estar sentada, ni aguantaba de pie, con lo que mucho menos podía ir al centro de salud para que me viese ahí.
Lo primero que me dijo era que por qué le estaba dando biberones a Víctor, le expliqué que era lo que me habían dicho en el hospital y me dijo que ya se los podía quitar, que con mi pecho podía alimentarle tranquilamente y lo único que tenía que hacer era alimentarle a demanda. Me dio tanta confianza que así lo hice, no le volví a dar un biberón más. Cuanto me alegro de que me visitase esta matrona, igual otra no se hubiera arriesgado y yo habría perdido la lactancia.
Le comenté que me dolía mucho el pecho, era un dolor continuo, pinchazos y latigazos, que se acentuaban cada vez que daba el pecho, que en cada toma yo chillaba y hasta lloraba de dolor, estuvo observando cómo mamaba Víctor y me dijo que el agarre era bueno y que yo no tenía grietas, ni él tenía frenillo corto, como acababa de subirme la leche supongo que achacó esos dolores a tener el pecho tan tenso y sensible así que ahí se quedó la cosa.
Pero a mí me seguía doliendo, día tras día, semana tras semana, unos dolores y unos pinchazos que me atravesaban entera y que me hacían ver las estrellas en cada toma. Pasaban los días y no iba a menos.
Yo preguntaba a familiares y amigos y todos me decían lo mismo, que era normal que doliese... pues no sé, a mí no me parece normal, yo no veía a otras madres chillando de dolor en cada toma, pero nada, seré yo una quejica, seguiré esperando a ver si se me pasa. Y no se me pasaba.
Al mes de dar a luz volví a visitar a la matrona en una de estas reuniones post-parto con otras mamás, íbamos contando nuestra experiencia y una mamá dijo que le pasaba lo mismo que a mí y que se apuntó a un estudio que estaban haciendo de la leche materna donde ayudaban a mamás con estos problemas con un tratamiento de probióticos. Yo estaba tan desesperada que me apunté el email de quién llevaba ese estudio, Juan Miguel Rodríguez Gómez y esa misma tarde me puse en contacto con él.
Parte II: Mastitis subaguda.
Parte III: Otros problemas que surgen
¿Tuviste problemas con el inicio de la lactancia?, ¿cómo los solucionaste?
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Cuando conseguí escapar de esa pesadilla y llegar a casa me subió la leche. Yo estaba muy fastidiada por el desgarro que tuve y casi no me podía mover, así que pasaba los días en la cama y ahí le daba el pecho a Víctor.
La primera vez que me vio la matrona tuvo que venir a mi casa porque yo casi no podía dar un paso, ni estar sentada, ni aguantaba de pie, con lo que mucho menos podía ir al centro de salud para que me viese ahí.
Lo primero que me dijo era que por qué le estaba dando biberones a Víctor, le expliqué que era lo que me habían dicho en el hospital y me dijo que ya se los podía quitar, que con mi pecho podía alimentarle tranquilamente y lo único que tenía que hacer era alimentarle a demanda. Me dio tanta confianza que así lo hice, no le volví a dar un biberón más. Cuanto me alegro de que me visitase esta matrona, igual otra no se hubiera arriesgado y yo habría perdido la lactancia.
Le comenté que me dolía mucho el pecho, era un dolor continuo, pinchazos y latigazos, que se acentuaban cada vez que daba el pecho, que en cada toma yo chillaba y hasta lloraba de dolor, estuvo observando cómo mamaba Víctor y me dijo que el agarre era bueno y que yo no tenía grietas, ni él tenía frenillo corto, como acababa de subirme la leche supongo que achacó esos dolores a tener el pecho tan tenso y sensible así que ahí se quedó la cosa.
Principios de lactancia con Víctor. |
Yo preguntaba a familiares y amigos y todos me decían lo mismo, que era normal que doliese... pues no sé, a mí no me parece normal, yo no veía a otras madres chillando de dolor en cada toma, pero nada, seré yo una quejica, seguiré esperando a ver si se me pasa. Y no se me pasaba.
Al mes de dar a luz volví a visitar a la matrona en una de estas reuniones post-parto con otras mamás, íbamos contando nuestra experiencia y una mamá dijo que le pasaba lo mismo que a mí y que se apuntó a un estudio que estaban haciendo de la leche materna donde ayudaban a mamás con estos problemas con un tratamiento de probióticos. Yo estaba tan desesperada que me apunté el email de quién llevaba ese estudio, Juan Miguel Rodríguez Gómez y esa misma tarde me puse en contacto con él.
Parte II: Mastitis subaguda.
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