sábado, 31 de enero de 2015

Historia de dos años de lactancia. Superando problemas (Parte I: Un mal inicio de lactancia).

Ya os he contando que mi lactancia empezó con mal pie en el hospital: separación a las pocas horas de nacer, le daban biberones sin mi permiso, visitas a rehabilitación de neonatos con horarios restringidos (cada 3 horas y no me permitían ir por la noche), muy malos consejos sobre lactancia de los profesionales del centro, estrés, agotamiento físico y mental... ¡fatal!.

Cuando conseguí escapar de esa pesadilla y llegar a casa me subió la leche. Yo estaba muy fastidiada por el desgarro que tuve y casi no me podía mover, así que pasaba los días en la cama y ahí le daba el pecho a Víctor.

La primera vez que me vio la matrona tuvo que venir a mi casa porque yo casi no podía dar un paso, ni estar sentada, ni aguantaba de pie, con lo que mucho menos podía ir al centro de salud para que me viese ahí.

Lo primero que me dijo era que por qué le estaba dando biberones a Víctor, le expliqué que era lo que me habían dicho en el hospital y me dijo que ya se los podía quitar, que con mi pecho podía alimentarle tranquilamente y lo único que tenía que hacer era alimentarle a demanda. Me dio tanta confianza que así lo hice, no le volví a dar un biberón más. Cuanto me alegro de que me visitase esta matrona, igual otra no se hubiera arriesgado y yo habría perdido la lactancia.

Le comenté que me dolía mucho el pecho, era un dolor continuo, pinchazos y latigazos, que se acentuaban cada vez que daba el pecho, que en cada toma yo chillaba y hasta lloraba de dolor, estuvo observando cómo mamaba Víctor y me dijo que el agarre era bueno y que yo no tenía grietas, ni él tenía frenillo corto, como acababa de subirme la leche supongo que achacó esos dolores a tener el pecho tan tenso y sensible así que ahí se quedó la cosa.
Principios de lactancia con Víctor.
Pero a mí me seguía doliendo, día tras día, semana tras semana, unos dolores y unos pinchazos que me atravesaban entera y que me hacían ver las estrellas en cada toma. Pasaban los días y no iba a menos.

Yo preguntaba a familiares y amigos y todos me decían lo mismo, que era normal que doliese... pues no sé, a mí no me parece normal, yo no veía a otras madres chillando de dolor en cada toma, pero nada, seré yo una quejica, seguiré esperando a ver si se me pasa. Y no se me pasaba.

Al mes de dar a luz volví a visitar a la matrona en una de estas reuniones post-parto con otras mamás, íbamos contando nuestra experiencia y una mamá dijo que le pasaba lo mismo que a mí y que se apuntó a un estudio que estaban haciendo de la leche materna donde ayudaban a mamás con estos problemas con un tratamiento de probióticos. Yo estaba tan desesperada que me apunté el email de quién llevaba ese estudio, Juan Miguel Rodríguez Gómez y esa misma tarde me puse en contacto con él.

Parte II: Mastitis subaguda.
Parte III: Otros problemas que surgen

¿Tuviste problemas con el inicio de la lactancia?, ¿cómo los solucionaste?
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miércoles, 28 de enero de 2015

Víctor se va de casa.

Cómo crecen, qué rápido pasa el tiempo, ayer mismo le estaba acunando entre mis brazos y hoy me dice que se quiere ir de casa.

Domingo por la tarde, Víctor me dice "Me voy a la guardería", coge su mochila, se acerca a la puerta y me dice "Abre, mamá"... ¡Y no es la primera vez que me lo hace!. A veces coge una bolsa de tela llena de juguetes y me dice "Me voy a trabajar, abre la puerta". Otros días me dice "adiós, mamá, me voy a jugar con Marco", Marco es un amiguito suyo.
Marco y Víctor dando un paseo en coche
¡¡¡Y lo dice todo serio!!!, y yo me meo de la risa, pero ojo, que si no le abro la puerta se pilla un buen cabreo, se tira al suelo llorando y todo.

Alguna vez le he seguido la corriente, le he abierto la puerta y se ha ido decidido al ascensor, pidiéndome antes que cierre la puerta, cierro la puerta de casa y le veo desaparecer a través de la mirilla... y por si acaso la vuelvo a abrir y le meto en casa, no vaya a ser que se abra la puerta del ascensor y me quede sin hijo.

Otras veces le intento convencer de que fuera de casa hace muuucho frío, que ya iremos en otro momento, o simplemente utilizo una maniobra de distracción y le ofrezco jugar con los trenes, le enseño unas pegatinas, un yogur, o un plátano... voy probando hasta que acierto con algo y cambia de planes.

Menos mal que es pequeñito y aún no llega al pomo, pero ya me veo dentro de unos meses cerrando siempre la puerta con llave, poniendo candados al cerrojo, cosiéndole un cascabel a cada una de sus prendas e implantándole un chip localizador subcutáneo... que no me fío.


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domingo, 25 de enero de 2015

Los bebés de "Baja Demanda" TAMBIÉN EXISTEN.

Está bien, lo confieso, el término "Baja Demanda" me lo he inventado, pero está claro lo que quiero decir, ¿no?. Cuando la gente escucha lo de bebés de Alta Demanda lo primero que te dicen es que todos los niños son demandantes y lloran mucho. ¿Todos son iguales?, pues resulta que no, que hay de todo, bebés más demandantes y bebés muy poco o nada demandantes.

Sí, de estos últimos también existen y son de esos casos que oyes decir "Uy sí, mi niño es bueníiiiisimo" y tú no te lo crees, que te lo dice para que mueras de la envidia, pero seguro que también da guerra y no les deja dormir por las noches. Por cierto, que también piensas, "Mi niño da mucha guerra, pero eso no significa que sea malo, ¡¡faltaría más!!".

Pero oye, que resulta que es cierto, que de verdad que esos niños existen, y lo digo porque he visto con mis propios ojos niños así, ¡más de uno!. Sin ir más lejos estas mismas navidades conocí a uno de esos niños de "Baja Demanda".

Fui unos días a Zaragoza con Víctor para visitar a la familia y aproveché para pasar un fin de semana con unos amigos que viven en María de Huerva, cerquita de Zaragoza. Me auto-invité a dormir en casa de Isabel y Alberto, y me acogieron sin poner pegas. Resulta que mi amiga Isabel había sido mamá recientemente. Su peque, Jesús, nació a principios de noviembre así que cuando les fui a visitar tan sólo tenía mes y medio.

Me habían hablado maravillas de él, que sólo comía y dormía, y pude comprobar con mis propios ojos y mis propios oídos que realmente era así. En los dos días que estuve no le oí llorar, ni de día, ni de noche... y eso que dormí con Víctor casi al lado de donde dormían ellos con el bebé. Nada, puede que se quejase levemente en algún momento que quería comer, pero eso, quejiditos, nada de lloros a todo volumen. Y dormía, vaya si dormía, vamos que yo me olvidaba de que había un bebé en la casa, de vez en cuando le sacaban del capazo, le daban la teta y le cambiaban el pañal... hale, a dormir otra vez.
Jesús con mes y medio durmiendo pacíficamente.
Existen esos bebés tranquilos, así que que nadie vaya diciendo que la Alta Demanda no existe porque todos los bebés son demandantes, que todos los bebés lloran, que todos duermen mal... En los bebés también existen los extremos. Existen los extremadamente demandantes y los extremadamente pacíficos, sólo que de estos últimos poca gente se queja, pocos se preocupan por pensar que algo hacen mal, pocos buscan y rebuscan qué es lo que les ocurre a sus pequeños porque se salen de lo que les habían contado. Aunque hay una cosa en la que sí que coinciden y es que nadie se cree que estos bebés existan, verlo para creerlo.
Ahora con 3 meses sigue siendo igual de tranquilo.
¿Conoces algún caso de bebés de "Baja Demanda"?
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jueves, 22 de enero de 2015

Las revisiones médicas, espectáculo garantizado.

Ha sido complicado desde que nació, cada vez que vamos al médico es una experiencia extrema, más aún cuando toca revisiones: además son cada pocos meses, ésta última que hemos tenido ha sido la de los 2 años.

Cuando toca revisión siempre voy mentalizando a Víctor antes de ir "Hoy vamos a ir al médico, te voy a desnudar, te subirás a la camilla, te medirá y luego subirás a una báscula y te pesará", esto se lo digo una y otra vez, incluyendo la parte de los pinchazos cuando toca. En la revisión de los 2 años no hay vacunas así que una cosa menos por la que sufrir.
Hemos tenido la mala suerte de que casi en cada revisión le ha tocado un especialista distinto, a veces las revisiones son con la enfermera, otras con el pediatra, a veces no está el titular y nos toca un sustituto, a esto le añadimos que nos cambiaron el pediatra hace unos meses... y más tarde con la mudanza hemos tenido que cambiar de centro de salud, así que a casi todos les pilla de nuevas la reacción a las revisiones de mi hijo.

Nada más entrar ya se empieza a poner tenso, yo ya voy medio advirtiendo de que se pone "nervioso" con la gente que no conoce, para que no se asusten de su reacción, aunque siempre esperando que esta vez sea distinto.

Así fue la revisión de los 2 años:
Lo primero que me dice la enfermera es que le ponga en la camilla y le vaya desnudando, en previsión a lo que va a pasar yo me siento en la silla y a él le siento encima de mí y mientras con mucha calma le explico lo que va a suceder, le voy quitando la ropa. Una vez desnudo le llevo en brazos a la camilla y ahí empieza el espectáculo.

No me dejó sentarle en la camilla, ni mucho menos tumbarle ahí, de hecho es que no se despegó de mí, me agarraba con brazos y piernas, llorando a todo volumen y con cara de terror cuando se acercaba la enfermera a separarle de mí viendo que yo sola no lo conseguía. Por supuesto tampoco ella pudo separarle de mí, así que nada de medirle. Intenté convencer a Víctor para medirle de pie, el encima de la camilla y yo sujetándole sin separarme de él, nada, se agarraba a mí como un koala. Le intentamos tranquilizar ofreciéndole pegatinas, que le encantan... y con eso se tranquilizó un poco, pero en cuanto hice el amago de acercarle a la camilla se volvió a agarrar a mí con todas sus fuerzas mientras le caían las lágrimas y chillaba.

En esa postura le miró como pudo cómo le bajaba el prepucio ¡pero qué manía!, en todas las revisiones igual, no sólo se lo miran sino que insisten en que se lo bajemos en casa cada vez que le bañamos, ¡pues va a ser que no!. Ni lo hemos hecho, ni lo haremos, somos de la opinión de que La cola no se toca.
Después de esto pasamos a la báscula, por supuesto tampoco se dejó sentar ahí, le comenté a la enfermera cómo lo habíamos pesado en otras ocasiones, primero le cojo en brazos y me peso con él y luego me peso sin él... pues así lo hicimos, no es el mejor método, pero es el único con el que conseguimos pesarle, aunque también me costó el momento de dejarle para pesarme yo sola.

Una vez pesado ya le pude vestir y ahí se empezó a tranquilizar, así pude contestar a las preguntas de que si come sólidos "Desde los 6 meses", que si come variado "Muy variado, aunque tiene sus preferencias y gustos", que si le gusta pintar y sabe agarrar los lapiceros "Le encanta pintar, es un artista", que si habla y dice alguna frase, eso lo pudo comprobar ella cuando Víctor chillaba "No me quiero tumbaaaaaaaaar!!!!!!!!!", que qué tal hace las caquitas "Muy bien, gracias", qué tal duerme "Pegadito a su mamá y con "algún que otro despertar" (sin detallar mucho porque igual nos internan en un manicomio)", ¿anda bien?, ¿corre? "Ay, sí, y no se cansa nunca".

En resumen más sano que una manzana, pequeñín, pero siguiendo la curva que tenía, al menos de peso, que de altura "No sabe/No contesta".

Ya contento, porque sabía que la enfermera no le iba a tocar más, hasta le dedico alguna de sus sonrisas y después de salir aún hizo el amago de volver a entrar y cuando le pregunté si se iba a dejar pesar ya cambió de cara y se alejó de la puerta corriendo.

La enfermera sugirió de pasarnos otro día para volver a intentar medirle, probaremos a que vaya Víctor con su padre a ver si con él se comporta de otra manera... pero si no quiere no le vamos a hacer pasar otra vez un mal rato. Si está sano para qué marearle más. Sí, es pequeñin, pero tampoco sus padres somos muy altos, así que...

¿Cómo son las revisiones de vuestros peques?
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lunes, 19 de enero de 2015

¡PEPPluxx ha superado las Pruebas!

Hemos tenido unos días en casa la nueva silla de paseo PEPPluxx de Nuna. La hemos podido probar antes de su salida a la venta en España.

¿Cómo ha llegado a mis manos?, pues me apunté a un sorteo para blogueras organizado por Nuna y Madresfera en la Feria de Puericultura Madrid 2014. A Madres Cabreadas le tocó la silla y la pudo disfrutar antes que nadie y otras 4 blogueras pudimos probar esta silla durante 15 días en primicia.


Nos ha venido genial porque la hemos llevado a Zaragoza en las vacaciones de Navidad y eso me ha dado la posibilidad de probarla en un montón de situaciones distintas. El saco naranja no es de la silla, pero los que conocéis Zaragoza sabréis que en invierno sin saco no se puede ir.


LAS 7 PRUEBAS DE LA PEPPLUXX:


- La prueba del montaje de la silla:
Cuando nos llegó la silla a casa Víctor estaba conmigo, me hizo tanta ilusión que la monté de inmediato, y por supuesto él me ayudó. Montaje rápido y fácil. ¡Prueba superada!.
El pobre se hizo un lío con el reposapies y la barra protectora delantera, al final los tuve que colocar yo :P

- La prueba del ascensor:
El edificio donde viven de mis suegros es bastante antiguo, viven en un décimo, así que hay que usar por narices el ascensor, más aún si vamos con Víctor. Hasta ahora cada vez que íbamos teníamos que usar los dos ascensores cuando iba con mi marido, en uno se metía él con el carro haciendo contorsionismo y el carro iba cruzado, y en el otro ascensor iba yo. No cabíamos todos en un único ascensor. Pues con la  PEPPluxx no tenemos ese problema, ¡cabemos todos en un ascensor y sin tener que meter la tripa para cerrar la puerta!. ¡Prueba superada!.
En el ascensor de los abuelos.

- La prueba del maletero:
La silla tiene un plegado extraplano, así que a pesar de su peso (9,76 kg), es muy fácil de cargar y colocar en el maletero y al plegarse tanto deja mucho sitio libre para poder meter más cosas. ¡Prueba superada!.
Como veis aún con el enorme saco naranja el espacio que ocupa es mínimo.

- La prueba del transporte público: tren, metro, tranvía, autobús y taxi:
Cogimos el AVE para ir a Zaragoza y luego para volver a Madrid y ahí te obligan a plegar la silla, como ocupa tan poco sitio no tuve problemas en recogerla donde las maletas, pero no solo eso, como es tan estrecha pude pasar entre los asientos con la silla y Víctor en ella (he de decir que íbamos en Preferente y en esos vagones hay algo más de sitio entre asientos).
En cuanto al metro de Madrid, el tranvía de Zaragoza o los autobuses, ya sabéis que hay zonas destinadas a sillas y carritos y estos los tienes que colocar casi encajados contra la pared y frenados, con lo que generalmente hay que retorcer el pie y a tientas (porque solemos llevar el bolso colgado del manillar y nos quita visibilidad) ir buscando el freno de la silla para que no salga disparada con el primer frenazo. Pues eso no pasa con la PEPPluxx, ya que tiene un pedal de freno enorme, situado en medio entre las dos ruedas traseras al que se accede con facilidad en estas situaciones que os cuento.
Pedal enorme de fácil acceso.
En el taxi se puede meter sin problemas junto con la maleta y como para desplegarla sólo es necesario sujetar por el manillas con una mano resulta comodísimo. ¡Prueba superada!.

- La prueba de la siesta:
Esta silla es muy cómoda y Víctor se ha pegado varias siestas en ella. Además tiene la opción de reclinado total mediante un sistema de cremalleras (tres posiciones de reclinado) y con las dos posiciones del reposapies y tiene una capota extra-grande para una mayor protección solar. Todo ello hace que las siestas en esta silla sean un placer. ¡Prueba superada!. (Por cierto el manillar se puede regular para adaptarse a la altura de mi marido y a mi altura).
Mi marido paseando con la silla aún sin reclinar, pero Víctor ya estaba dormidito del todo.
Silla reclinada con el sistema de cremalleras.

- La prueba de terrenos pedregosos:
Pues sí, también la hemos probado por caminos de tierra y piedras y, si no te metes por entre medio de la maleza, con las ruedas grandes puedes ir casi por cualquier sitio. ¡Prueba superada!.
¡Por qué caminos te metes, maja!.

-  A prueba de Víctor:
Mi pequeño es muy listo y hábil, pero el arnés que lleva de 3 ó 5 puntos no lo puede abrir y con la barra protectora delantera va seguro. ¡Prueba superada!.

Qué puedo decir, nos ha gustado tanto que ¡nos la hemos quedado!.

viernes, 16 de enero de 2015

Los bebés de Alta Demanda SÍ QUE EXISTEN.

Que no lo digo sólo yo como madre de uno de ellos, que lo dice el Doctor Sears, Mónica San Martín de Crianza de Alta Demanda, algunos pediatras que se han detenido a observar y todos los padres de éstos bebés.

Porque después de 2 años con un bebé de Alta Demanda, y de estar en contacto con otros padres en la misma situación, tengo clara una cosa: si no estás seguro de si tu hijo es de Alta Demanda esta claro que NO LO ES. Los que tenemos un bebé de Alta Demanda no tenemos dudas.

¿Y a qué viene todo esto?, pues a un post publicado por la Dra. Amalia Arce en el que  pone en duda su existencia llegando a plantear si es un mito, si es cosa de la percepción de los padres, si se abusa del término, si es sólo una etiqueta, llegándoles a llamar incluso "bebés llorones". Usted, además de doctora, es madre y tiene hijos, no les conozco y no me gusta opinar sin conocer, pero leyendo lo que ha escrito tengo claro que sus hijos NO SON DE ALTA DEMANDA. Los bebés de Alta Demanda son algo más que bebés llorones, mucho más.

Desmontando mitos:

Lo habéis criado así, por eso son tan demandantes: Lo de culpabilizar a los padre me parece que es inapropiado y muy cruel, además de que los bebés de alta demanda no se hacen, nacen así, desde el minuto 0 muestran su particular forma de ser.

Todos los bebés son demandantes: pues resulta que hay de todo: bebés que parecen muñequitos, sólo comen y duermen, bebés demandantes y bebés de alta demanda. Yo he conocido de los tres tipos de bebés, sí, sí, los primeros, los que no lloran tan apenas también existen, doy fe.

Eres primeriza y te agobias porque no sabes lo que es un bebé: los bebés de alta demanda pueden ser los primeros de una pareja, los segundos hijos, los terceros... vamos que no es cuestión de primerizos y de agobiarse con los primeros lloros, que los que tienen varios se dan cuenta de la diferencia abismal entre los que son de alta demanda y los que no.

No exageres, sólo son cólicos: pues además de que la alta demanda no son sólo los lloros, no sé, igual me planteo ir al médico con mi hijo, porque seguir con "esos cólicos" a los 2 años ya es grave, ¿no?.

Las altas capacidades no están relacionadas con la alta demanda: pues a esto no puedo contestar desde mi experiencia porque mi hijo aun es muy pequeño, pero ya os lo iré contando en el blog conforme vaya creciendo, de momento puedo decir que, además de ser guapo, simpático y de tener SUPERPODERES, es también muy espabilado.



Si queréis conocer más experiencias de blogueros con bebés de Alta Demanda aquí os dejo un listado que iré actualizando conforme conozca más casos:
Última actualización de la lista: 16/02/2016
  • Crianza  de Alta Demanda El blog de Mónica San Martín, experta en el tema.
  • Tigriteando Tiene dos niñas, una demandante y otra AD, en este post nos explica las diferencias entre sus dos hijas.
  • Mamá española en Bulgaria Su peque tiene la edad del mio y también es AD, aquí habla de sus dos años de bimaternidad y de la AD.
  • Mamis y Bebés Tiene dos niñas, la pequeña es AD, nos cuenta su experiencia.
  • Primeriza en Apuros Nos cuenta cómo descubrió que su peque era de AD.
  • Madre Primeriza Su peque es de AD, y en este otro post cuenta la experiencia de Begobolas la mamá de otro AD.
  • Un papá en prácticas Ha escrito varios post sobre el tema desde su propia experiencia.
  • Madre Reciente Tiene dos hijos, el mayor de AD.
  • Mamá Sin Complejos Nos cuenta cómo le alivió conocer una comunidad con padres de bebés de AD. También es muy interesante el post que habla de cómo evolucionó su hijo de AD con el paso de los años.
  • Baberos y Claquetas Su Vikingo es un bebé de AD, nos cuenta cómo no se creía que estos bebés existiesen hasta que nació su peque.
  • Mamá Galilea Tiene una peque de AD, nos explica cómo viven las visitas al médico.
  • Mi bebé no duerme Ha optado por el colecho con su bebé de AD, si se quiere dormir algo es la mejor opción.
  • Asesoras Continuum: Una madre que ha cambiado su punto de vista desde que nació su pequeña y pide por ello perdón en su post. Un post muy muy completo.
  • Marujismo: Nos cuenta cómo al fin ha aceptado el concepto de AD, ya que su hija lo es.
  • Mamá (contra) corriente: Nos cuenta la evolución de bebé a niño contándonos cómo es su peque de casi 4 años.
  • Desvaríos de una Madre Y por supuesto mi blog, aquí os cuento cómo es la AD de Víctor.

Otros artículos interesantes sobre la Alta Demanda:


¿Sigues creyendo que la Alta Demanda es un mito?
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miércoles, 14 de enero de 2015

Recuerdo del nacimiento de Víctor

Habéis podido leer la historia de cómo di a luz a Víctor y lo que pasó en el hospital mientras estuvimos ingresados:
Historia de un parto para olvidar (I). El embarazo.
Historia de un parto para olvidar (II). El parto.
Historia de un parto para olvidar (III). Y nació Víctor.
Historia de un parto para olvidar (IV). Pesadilla en el hospital.
Historia de un parto para olvidar (V). El día en el que me dieron el alta.

Yo quería tener un recuerdo de su nacimiento, pero no precisamente ESE recuerdo.

Mi marido se ofreció a contar la historia desde su punto de vista. Él no vivió lo mismo que yo, a él le sacaban de la habitación cada dos por tres. Ni vio ni sufrió el trato que recibí yo, tenía que ausentarse para hacer papeles, para comer, ducharse... en fin, su vivencia fue distinta.

A los pocos meses de haber nacido Víctor le pedí esa historia y me hizo un libro en formato ePUB (formato para leer en dispositivos tipo libro electrónico) con la historia y las fotos que sacó esos días para que lo tuviese para el recuerdo.

Me gustó un montón y se me ocurrió pasarlo a papel, así que aproveché una oferta para hacer un foto-álbum y éste fue el resultado:
Portada del foto-álbum.
Historia con imágenes y fotos.
Primeras fotos de Víctor.
Portada de la revista Time y El País del día que nació Víctor.

Hoy Víctor cumple 2 años, hoy es un día para recordar y este álbum consigue sacarme una sonrisa y unas lagrimillas.
¡Felicidades Víctor!.

sábado, 10 de enero de 2015

Los 11 superpoderes de mi hijo

Mi hijo tiene superpoderes, ya está, ya lo he dicho.

Hace tiempo que lo voy observando y ya no aguantaba más con éste secreto, os lo tenía que contar. Que mi hijo me perdone, pero ya no puedo callarme más.

superbebé

Los 11 superpoderes de mi hijo:

   1. Supervista: Lo ve todo, da igual que algo esté muy escondido que él es capaz de localizarlo. Cuando vamos en coche nos va contando las cosas que ve, el autobús que está doblando la esquina en una calle perpendicular a la que circulamos, la moto que pasa dos carriles a la izquierda y va haciendo eses entre los coches, los taxis, pero ojo, que también desde el coche localiza la luna (de noche y de día) y los aviones que pasan por el cielo. Cuando entramos en una tienda me pude señalar la Peppa Pig que está en una mochila en el estante superior, el spiderman que está en el estante inferior, la Hello Kitty que aparece en un estuche escondido entre cuadernos, el Pocoyo que está dibujado en una pelota... de verdad, no sé cómo lo hace, no se le escapa ni uno.

   2. Superoído: distingue sin verlos los camiones de la basura por el sonido que hacen; cuando alguien de casa estornuda o tose en otra habitación es capaz de distinguir quién ha sido y dice "¡Jesús!, papá" o "¡ay qué tos, abuelo!"; distingue los sonidos de los móviles de cada uno, el otro día estaba paseando con él metido en el carrito y le escucho decir "Móvil, mamá"... me paro, saco el móvil de mi bolso y ¡tenía una llamada perdida!.

   3. Superolfato: por la noche, en la cama y con los ojos cerrados es capaz de localizar mi teta y engancharse. Digo yo que será por el olfato, aunque este superpoder no lo tengo nada claro, o si lo tiene creo que también tiene la capacidad de desactivarlo, si no no entiendo como se empeña en acompañarme a todas y cada una de mis visitas al baño, ¡uffff!.

   4. Sentido arácnido: ni haciendo el ninja (y ya tengo 2 años de entrenamiento) soy capaz de dejarle en la cama sin que se despierte. Si me duermo con él y me levanto de la cama para dejarle dormidito mientras yo hago otras cosas, salta como un resorte, se sienta en la cama y me llama, normalmente pidiendo teta. Si nos olvidamos de apagar o silenciar el móvil y de repente nos llega un mensaje (¡maldito whatsapp!) también se despierta, aunque el volumen esté al mínimo y el móvil en otra habitación (os recuerdo su superoído).

   5. Supersimpático: éste es el superpoder que tiene más desarrollado. Siempre está riendo, siempre bromeando, con una mirada se gana la sonrisa de todos, familiares, amigos, conocidos y desconocidos. No siempre fue así, de más bebé eran todo lloros y más lloros.
Víctor Supersimpático
   6. Inagotable: corre, salta, da vueltas, vuelve a correr, calle arriba, calle abajo, persigue gatos, perros y pájaros... antes se cansan los animales que él y desde luego a mí me tiene con la lengua fuera todo el día.

   7. Supermemoria: se queda con los nombres de las personas, se aprende de memoria los capítulos de sus series favoritas, cuando oye expresiones nuevas las repite varias veces en el momento y luego es capaz de usarlas ¡en su contexto! días más tarde... incluso lo que no debería repetir, lo que se nos escapa sin querer delante de él (ains) esas palabras se le quedan grabadas a fuego y las aplica correctísimamente (y a todo volumen) para vergüenza nuestra.

   8. Superimaginación: este superpoder suyo me fascina; se sube a la cama, se dirige al cabecero y dice que es un piano (está laminado); coge unos coches que tiene (camión de bomberos, autobús escolar, coche de policía y taxi), los pone en fila, pone animalitos encima y dice que es un tren; en la cocina que le trajeron los Reyes Magos, coge un pimiento lo pone en una sartén y nos lo prepara al horno y coge una olla, le mete un pollo y nos lo prepara "a la nevera" (receta pendiente de patente).
Tren de coches con los juguetes del baño de pasajeros.
   9. Supergenio: tiene un carácter muy fuerte, es terco como su padre y tozudo como su madre, aunque él es madrileño, este superpoder le viene de los genes maños de su familia.

   10. Velocidad supersónica: es muy rápido, rapidísimo, a mí me faltan manos para frenarle y que no provoque desastres. No le dejamos entrar en la cocina por éste motivo, pero como es tan rápido a veces se cuela y en lo que me doy la vuelta y le veo ya ha puesto el lavavajillas, ha encendido el horno y está sacando todas las latas de la despensa o vaciando los cajones de los cubiertos.

   11. Invisibilidad: está delante de mí, de repente se echa una sábana por la cabeza y ¡¡desaparece!!, a veces lo puede hacer tapándose los ojos con sus propias manos y por mucho que yo pregunte "¿dónde está Víctor?", hasta que no se quita las manos de la cara no consigo verle. A-LU-CI-NAN-TE.

Parece ser que el caso de mi hijo no es el único, hay otros documentados:
Si no puedes ver el vídeo puedes pinchar en éste enlace https://www.youtube.com/watch?v=Tb5Hn1-Uy30 

¿Qué superpoderes tienen vuestros hijos?.
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martes, 6 de enero de 2015

Historia de un parto para olvidar (V). El día en el que me dieron el alta.

Si quieres ver las anteriores partes de esta historia puedes entrar en estos enlaces para ver cómo fue el embarazo, el momento de ponerme de parto, el nacimiento de Víctor y la pesadilla en el hospital.

Estaba contando que entraron a la segunda compañera de habitación. Esta mamá era muy jovencita, probablemente tendría menos de 18 años, estaba con su padre. ¿El padre del bebé?... pues a saber, desconocido. Me dio la sensación de que ella no quería saber nada del padre de su hijo, no apareció por el hospital.

Nada más entrarle a la habitación, la celadora le dijo "¿Cómo se te ocurre quedarte embarazada tan joven? no estás preparada a tu edad, te has fastidiado la vida", recién parida y tener que escuchar eso, yo no daba crédito, sin conocerla de nada la estaba juzgando y humillando.

A ella le hicieron lo mismo que a mí, le decían cosas contradictorias, le menospreciaban, se aprovechaban de su edad y de que era primeriza. Por suerte tenía un padre estupendo que tenía las cosas muy claras y le apoyaba al 100%.

Eran peruanos y tenían unos conocimientos y costumbres que aquí no tenemos. Estaba más preparada para la maternidad y el parto que yo, su padre le había acompañado y aconsejado muy bien. A ella le subió la leche el primer día y yo ya llevaba 3 y seguía con el calostro.

A mí también me ayudaron, me recomendaron que no comiera nada de cerdo, porque iba muy mal para mis heridas, yo eso no lo había oído nunca, pero les hice caso. También me recomendaron que tomase infusiones de caléndula... ¡¡¡y hasta me trajeron la caléndula para que las pudiese preparar!!!, se portaron genial conmigo.

Cuando vieron que Víctor tenía ictericia me aconsejaron que le acercase a la ventana para que le diese la luz del sol (cosa que no me habían dicho los pediatras), mi cama no daba a la ventana, así que desde que me lo dijeron es lo que hice.
Víctor algo amarillo por la ictericia.
No se me ocurrió darles mi teléfono o correo y todavía ahora me arrepiento, y es que yo seguía con mis lloreras continuas, tenía las hormonas revolucionadas y el ambiente del hospital no me estaba ayudando en nada.

Estando ingresada por suerte no tuve muchas visitas, no estaba con ánimos y tengo a la mayor parte de mi familia y a todos mis amigos fuera de Madrid. Después de parir no es el mejor momento para recibir visitas, incluso llegados a casa hay que dejar espacio para que la nueva familia se conozca y se hagan a las nuevas rutinas y horarios. Aunque esto también puede depender de cómo ha ido el parto y del carácter de cada persona o visitante.

En el hospital me vieron dos ginecólogos distintos, primero un hombre y luego una mujer. La mujer, de la que no recuerdo su nombre, se portó de maravilla conmigo, me dio buenos consejos para cuidar los puntos, fue comprensiva y educada, muy profesional, como debe ser.

Yo estaba ya desquiciada, no tenía depresión postparto, simplemente no estaba a gusto en ese sitio, así que al cuarto día, en cuanto me volvió a visitar la ginecóloga, le pedí que me diera el alta, no, no se lo pedí, se lo supliqué. Quería largarme del hospital, quería estar en casa con mi marido y con mi hijo, quería poder dormir algo sin que me despertasen los lloros de otros bebés o las auxiliares, o los pediatras, o los ginecólogos. Estaba harta y cansada de tanto llorar, quería salir de ahí.

La ginecóloga fue muy reticente a mi petición, pero debió de sentir mi desesperación y cedió, al cuarto día me dio el alta, no sé cuantos días más quería que estuviese ahí.

Desde que me dio el alta hasta que me pude marchar pasaron varias horas, estuvimos esperando y desesperando en la habitación hasta que nos dieron todos los papeles, aun recuerdo que hubo un momento en el que perdí el conocimiento de puro agotamiento.

Al final nos pudimos ir, no sin antes volver a hablar con la ginecóloga que me hizo prometer que no haría ningún esfuerzo físico, ni subir las escaleras, ni cargar peso... Cuando le pedí a una auxiliar que me diera sobres que me recetó la ginecóloga para poder ir al baño (aún no había ido y estaba aterrada de cuando llegase el momento con todos los puntos que tenía), la auxiliar torció el morro y me dio 2 sobres, la ginecóloga que estaba delante lo vio y me dio unos 15 sobres más. Lo dicho, un encanto de mujer.

Para salir del hospital tuve que dar un largo paseo hasta la parada de taxis, ¡que ya podían dejar que llegasen hasta la puerta!, porque yo casi no podía andar y estábamos en los días más fríos de invierno y con un recién nacido en brazos.

En el mismo momento en el que llegué a casa me pude relajar, pude descansar algo y me subió la leche. Si alguna embarazada me está leyendo que sepas que a pesar de todo pude recuperar la lactancia y a día de hoy, con 23 meses que tiene Víctor, le sigo dando el pecho.

Si alguna vez me vuelvo a quedar embarazada, no sé a qué hospital iré, pero tengo claro a qué hospital no voy a volver. Sé que malos profesionales me puedo encontrar en cualquier sitio, pero tantos juntos me hace pensar que no tienen la preparación o el protocolo adecuados.

Me ha costado dos años contar esta historia, cada vez que lo intentaba se me hacía un nudo en la garganta, pero es algo que necesitaba hacer. Es algo que necesitaba gritar. No tuve un parto respetado, el personal del hospital fue prepotente y maleducado, me humillaron, me separaron innecesariamente de mi hijo, casi se cargan mi lactancia. Sí, también hubo buenos profesionales, también lo he contado, pero en general la experiencia fue de lo más desagradable.

¿Cuándo cambiarán las cosas?, ¿cuándo se formarán correctamente a los profesionales para que den la misma información y no se contradigan?, ¿cuando se formarán en lactancia?, ¿por qué han de seguir las cosas así?. Este es mi post-denuncia y mi granito de arena para que se tome conciencia y empiece a cambiar el trato en los partos y en concreto en el Hospital U. de La Paz, en Madrid.

¿Tuviste tú un parto respetado?
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sábado, 3 de enero de 2015

Historia de un parto para olvidar (IV). Pesadilla en el hospital.

Estoy contando la historia del parto de Víctor, si quieres leer desde el principio puedes ver en estos enlaces cómo fue el embarazo, el momento de ponerme de parto y el nacimiento de Víctor.

Ya en la habitación me dijeron que en cuanto se me pasase la anestesia les avisase para que me ayudasen a ir al baño. Después del desgarro de tercer grado yo casi no podía moverme, así que en cuanto se me pasó la anestesia les llamé y me acompañaron.

La siguiente vez que tuve que ir al baño mi marido no estaba, había ido a casa a ducharse y cambiarse de ropa, así que llamé a una auxiliar para que me acompañase. Se acercó una auxiliar muy jovencita de otro turno con mala cara y cuando le dije lo que quería me dijo que fuese yo sola, yo le expliqué que me dolía mucho y casi no me podía mover por el desgarro y lo que me dijo fue "Aquí todas llevan puntos y se van al baño solitas" y se largó dejándome alucinada... y fastidiada. Me tuvo que ayudar la compañera de habitación, y menos mal, si no me hubiera meado encima.

A partir de ese momento tuvimos interrupciones de las auxiliares, ginecólogos y pediatras cada 3 horas aproximadamente, en casi todas ellas hacían salir a los maridos de la habitación, nos hacían revisiones a la otra madre que compartía cuarto y a mí, nos ponían el termómetro, controlaban a los bebés, nos daban los analgésicos, día y noche, y cuando estábamos solas o lloraba un bebé o lloraba el otro, DESCANSO CERO.

Nos contaron cómo cambiarle el pañal a Víctor, cómo cuidarle el cordón hasta que se le cayese y me dijeron que para darle el pecho tenía que ponerle 10 minutos en cada pecho cada 3 horas. Así, tal cual. Yo había leído muchos libros, pero a decir verdad no sabía nada de lactancia y confiaba en lo que me decían en el hospital. Ellos tienen que saber cómo se hace, ¿no?, ellos eran los expertos y yo la primeriza.
Durmiendo feliz, ajeno a lo que iba a pasar luego.
A las pocas horas de haber nacido, esa misma tarde, se presentaron en la habitación un pediatra y un residente y muy serios me dijeron que se tenían que llevar a Víctor a rehabilitación de neonatos porque le había bajado la glucosa y le tenían que vigilar, que puede que no fuese grave, pero había que controlarle, ¡toma ya!, vaya susto. Me pegué una llorera tremenda, lloraba temiendo por la vida de mi hijo y lloraba porque se lo habían llevado de mi lado.

Por si fuera poco no podía ir a verle cuando me diese la gana, había unos horarios, podía ir cada 3 horas y por la noche no se podía entrar ¿perdona? ¿y la lactancia?... "Ahh, no te preocupes, ya le hemos dado biberones". ¡Qué alegría!, yo no tenía mucha idea de lactancia pero sí tenía claro que no quería darle biberones y que podían interferir con la lactancia.

Cada vez que iba a ver a mi hijo no le podía dar el pecho porque "Le acabamos de dar un biberón" o "Ahora no le podemos sacar de la incubadora porque tiene una vía puesta". Con lo que me costaba moverme para ir a verle, con la ilusión que tenía por darle el pecho... aún así, cuando me dejaban, me lo ponía al pecho pero a los minutos de nuevo me tenía que ir porque había terminado la hora de visitas.

Me dijeron que si quería darle el pecho lo que podía hacer era sacarme la leche en la sala que tenía para eso. Yo no tenía leche aún, tenía calostro, nunca había usado un sacaleches y me hacía muchísimo daño. Me pegaba una hora entera con esa máquina infernal enchufada y sólo lograba sacarme unas gotitas, para luego ir a ver a mi hijo y ¿sabéis qué hacían con el calostro?... pues lo dejaban por ahí y supongo que en cuanto me iba yo lo tiraban a la basura, porque en ningún momento hacían mención de que le fueran a dar esas gotitas que tanto esfuerzo y lágrimas me habían costado.

Para mí el sacaleches era una auténtica tortura, la hora que estaba ahí la pasaba llorando frustrada, para casi no sacar nada y lo que sacaba sabía que no iba a ser aprovechado. Cada cierto tiempo se acercaba una auxiliar, me apretaba el pezón, yo veía las estrellas, y me decía "¿Aún no te ha subido la leche? ¡pues ya debería haberte subido!", me hacían sentir peor que una mierda, me trataban con superioridad y desprecio.

No todas eran así, menos mal, algunas me intentaban ayudar, pero casi era peor, una me daba un consejo, la siguiente me decía justo lo contrario y luego llegaba otra distinta y no era ni lo primero que me habían dicho ni lo segundo, que no me entero de nada, que no tengo ni idea... Claro, ni me entero yo, ni mi marido, ni la compañera de habitación, ni su marido, que menos mal que tenía testigos que escuchaban las mismas barbaridades que yo, si no ya hubiera pensado que me estaba volviendo majara... aunque con los esfuerzos que hacían las auxiliares casi lo consiguen.

A las 24 horas de tener a Víctor en observación le volvieron a subir a la habitación conmigo. Ahí la lactancia se había torcido del todo, me dolía cada vez que le ponía al pecho, chillaba cada vez que se enganchaba... y para colmo le tenía que dar biberones de refuerzo porque yo aun no tenía leche y no se podían arriesgar a que le volviese a bajar el azúcar. Yo tampoco me quería arriesgar a que se lo volviesen a llevar, así que le di esos biberones.

En aquellas fechas creo que no nos tocó ninguna huelga de médicos, pero estaban todos con malas caras por los recortes que estaban haciendo en el hospital. Tanto era así que sólo nos dejaron un único empapador para usar con Víctor para los 4 días que estuvimos ingresados. Cuando íbamos a pedir pañales porque teníamos pocos y Víctor hacía cacas cada vez que tomaba el pecho (cada 3 horas) nos los dejaban con cuentagotas. Una auxiliar nos dijo en una ocasión "No le cambiéis el pañal cada vez que haga cacas, que lo que estáis haciendo es estimularle para que haga más", Miguel y yo nos mirábamos confundidos y alucinados, eramos primerizos pero eso que nos contaba nos sonaba realmente extraño, así que en esa ocasión no le cambiamos el pañal, pero le preguntamos a la siguiente auxiliar que pasó (a las 3 horas) y nos dijo "Nada de eso, le tenéis que cambiar cada vez que haga cacas, si no se le irritará el culo" y nos miraba con incredulidad como si nos lo hubiésemos inventado.

Las auxiliares se contradecían continuamente y yo lloraba continuamente porque me sentía menospreciada y maltratada.

A los dos días de estar ingresada se marcho la compañera de habitación y vino otra mamá, pero eso lo contaré el próximo día.

¿Cuántos días tuviste que estar ingresada?, ¿cómo fue esa estancia en el hospital?

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Continua la historia...
Historia de un parto para olvidar (V). El día en el que me dieron el alta.
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