Hace ya casi dos años la abuela de Víctor le regaló un gusiluz. ¿Quién no los recuerda de su infancia?, yo no tuve o no recuerdo haber tenido, pero sí que recuerdo que unas amigas lo tenían y me gustaba mucho. A Víctor no le hizo nada de gracia el muñeco.
No sé qué es lo que menos le gustaba, si el hecho de que se le iluminase la cara o la cancioncilla que suena al apretarle. He de reconocer que esa cancioncilla suena como en las pelis de terror cuando se escuchan canciones infantiles cantadas por niños que te ponen los pelos de punta.
La primera vez que se lo enseñé lloró y me hizo saber que no le gustaba nada (creo que por entonces no hablaba). Guardé el muñeco y cada cierto tiempo lo sacaba del armario para enseñárselo a ver si le daba menos miedo, pero lo tenía muy muy claro, le asustaba aún sin encenderlo.
El muñeco lo tenía guardado en el armario de la ropa de Víctor, en la parte de arriba donde yo creo que desde su altura no alcanzaba a ver... pero él se acordaba que estaba ahí y cada vez que habría el armario, estando él delante, se escondía detrás de mí.
Yo le explicaba que sólo era un muñeco, que no se movía ni hacía nada, pero los miedos son irracionales. Me daba pena y tenía esperanzas de que tarde o temprano se le fuesen los miedos y lo aceptara, ya que su abuela se lo regaló con mucho cariño.
Casi dos años más tarde (sí, ya sé que he tardado mucho) he llegado a un acuerdo con Víctor de regalar el gusiluz a otro niño para que juegue con él. Por supuesto Víctor ha aceptado encantado.
El gusiluz que tanto miedo le daba ya no está en nuestra casa.
¿Hay algún muñeco o regalo que no le haya hecho gracia a tu hijo?
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Un "inofensivo" gusiluz |
La primera vez que se lo enseñé lloró y me hizo saber que no le gustaba nada (creo que por entonces no hablaba). Guardé el muñeco y cada cierto tiempo lo sacaba del armario para enseñárselo a ver si le daba menos miedo, pero lo tenía muy muy claro, le asustaba aún sin encenderlo.
El muñeco lo tenía guardado en el armario de la ropa de Víctor, en la parte de arriba donde yo creo que desde su altura no alcanzaba a ver... pero él se acordaba que estaba ahí y cada vez que habría el armario, estando él delante, se escondía detrás de mí.
Yo le explicaba que sólo era un muñeco, que no se movía ni hacía nada, pero los miedos son irracionales. Me daba pena y tenía esperanzas de que tarde o temprano se le fuesen los miedos y lo aceptara, ya que su abuela se lo regaló con mucho cariño.
Casi dos años más tarde (sí, ya sé que he tardado mucho) he llegado a un acuerdo con Víctor de regalar el gusiluz a otro niño para que juegue con él. Por supuesto Víctor ha aceptado encantado.
El gusiluz que tanto miedo le daba ya no está en nuestra casa.
Ya no asustarás más a mi hijo. |
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