lunes, 13 de octubre de 2014

Soy un ogro

Ya hace tiempo que me he dado cuenta,  si pensáis que soy dulce, tierna y paciente os equivocáis, bueno... lo soy... a veces... y otras no.


Tengo muy poca paciencia, aunque la voy cultivando con la maternidad día a día, pero reconozco que me cuesta. Mi hijo me pone a prueba a diario y a veces la supero y otras no. También tengo mucho genio, aunque a este lo guardo en una botellita que casi siempre permanece cerrada, pero cuando alguien la abre... ¡miedito!.

Mi hijo no tiene la culpa, es un bebé y además ha heredado los genes maños de sus padres, así que tiene mucho carácter, es muy tozudo y bastante intenso. Cuando quiere algo lo quiere con todas sus fuerzas y es complicado sacarle la idea de la cabeza. A veces lo conseguimos cambiando de tema, hablándole de sus juguetes favoritos, haciéndole preguntas para que se distraiga de sus pensamientos y se concentre en lo que le estamos preguntando, con cosquillas... son trucos que suelen funcionar, pero sólo a veces.

No siempre tengo tiempo y paciencia para contar hasta 10 (o hasta 100) porque hay situaciones que requieren presteza. Por desgracia somos esclavos del reloj y dependemos de horarios de trabajo, guarderías, médicos, etc, con lo que es complicado dedicar tiempo a convencer a nuestro peque para que se suba en la silla de paseo, o en el coche, o para que se deje vestir... y cuando el tiempo apremia y se me acaban los recursos aparece el ogro. Si mi marido está en casa me toma el relevo y se encarga él de lidiar con el peque, a veces con que le pida las cosas otra persona ya basta para convencerle y se puede solucionar con buenas maneras, a veces le paso mi tensión a mi marido y le habla muy duramente a nuestro hijo, con lo que hace las cosas, pero por la fuerza. Dos ogros contra un bebé, así ya se podrá, ¡abusones!. Pues sí, así es y a veces el bebé gana a los ogros y ya nos rendimos por no aparecer en las noticias.

Después, cuando las aguas vuelven a su cauce y todos nos hemos calmado, miro a Víctor; sus pequeñas manitas, su mirada inocente, sus mofletitos redondos, su sonrisa... y me desarma. Es entonces cuando me doy cuenta de lo brusca que he sido y le pido perdón. Le explico que no me gusta ser un ogro pero que la situación lo requería, ojalá tuviera más recursos, ojalá tuviera más paciencia, ojalá no vuelva a aparecer ese ogro que habita en mí.

¿Os habéis sentido alguna vez así?, ¿cuales son vuestras técnicas para que no aparezca el ogro?.
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13 comentarios:

  1. Uy! alguna vez dice! desgraciadamente me he sentido así más de una vez! Yo tengo dos con los que lidiar y no siempre es fácil, de hecho, casi nunca es fácil. Cuando les grito me siento lo peor del mundo, pero si lo he hecho es porque no podía más. Literalmente. Luego también les pido perdón y les explico que no me gusta ponerme así pero que me he visto superada. Para no llegar hasta ese extremo intento respirar hondo las veces que haga falta y centrarme en la música que esté escuchando o en lo que esté haciendo en ese momento. Cuando me calmo un poco vuelvo con ellos. Por otra parte intento conocerme día a día un poquito más para poder cultivar mi paciencia y la vez siguiente que me vayan a sacar de quicio no explotar, pero eso todavía no ha llegado :-( Un besazo.

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    1. Con dos hijos se necesita doble o triple ración de paciencia. La técnica que mejor funciona es la de salir del lugar, ir a otro cuarto, al baño, al rellano o a la calle, pero claro, no siempre se puede. Si que es cierto que tenemos que conocernos más y saber donde están nuestros límites para evitar llegar a ellos y cortar por lo sano antes de explotar, pero se necesita tiempo y práctica. No te preocupes, ya llegaremos a eso ;)

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  2. Siiii,a noche le decía a Papidire que era una mala madre. A Vikingo le ha dado por gritar cuando hablamos nosotros y no le prestamos atención, siempre le decimos "espera un segundo por favor" y seguimos, pero ayer entre los gritos y que tiró el plato de comida al suelo me volví en plan loca y le grité. Me sentí fatal porque encima como no está acostumbrado se puso a llorar asustado, me sentí fatal. Yo no tengo paciencia y también tengo mucho carácter, el niño ha sacado los genes fuertes de los dos y tiene unos cataplines que no veas, hay días que puede conmigo. Un besazo.

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    1. Ayer iba yo en el coche, el GPS me daba unas indicaciones, mi marido me daba otras y detrás Víctor gritando "galletaaaaas", "aguaaaaa", "tetaaaa", "mamaaaaa", "papaaaaaa"... imagínate el panorama, pegue tal grito que me debió de oír el barrio entero. Espero que cuando crezcan sea más fácil. Besos.

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  3. cada dia unas cuantas veces mi siento una ogra verde y feo. Lo malo es que los niños se convierten en pequeños ogritos y es un circulo vicioso con dificil solucion. Tranquila que no estas sola. Un beso

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    1. Mal de muchos... Jeje, pero si que es verdad que consuela saber que esa locura transitoria es compartida por la gran mayoría de las madres (por desgracia). Un beso.

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  4. Sí, soy muy ogra... y la gran mayoría de las veces no me doy cuenta de lo ogra que soy hasta que no le contagio a mi marido mi cabreo y veo cómo le regaña él (en el mismo plan que yo), entonces me digo ¿así soy yoooooo? pero para ésto no hay ciencia cierta, es más, no creo en el rincón de pensar y las buenas palabras (tampoco creo en el látigo, eh?) tengo amigas que son madres dóciles y sus niños se las comen con patatas. Así que mi táctica es ser más tozuda que ellos. Si ahora que son pequeños me comen, cuando sean adolescentes no quiero ni imaginarlo y no estoy dispuesta!!!
    Así que mi recomendación es que seas más tozuda que él y que un poco de "ogrismo" no viene mal de vez en cuando.
    Ánimo!!!
    Un beso,

    Manuela.

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    1. Me pasa igual, cuando veo a mi marido es cuando más cuenta me doy de mi cabreo. Hay que ser firme, pero hay maneras de hacerlo y cuando me paso me da mucha penita, aunque entiendo lo que dices ;)

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  5. Si, ese ogro me suena.....jajajajaja. Pero lo hacemos lo mejor que sabemos, y Fiona tenía un corazón enorme por muy ogro que fuera!
    Un beso!

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    1. Exacto, nos desquiciamos pero en el fondo tenemos algo de sentido común y corazoncito, por muy verdes y feas que se nos vea por fuera, jeje.

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  6. Más que ser un ogro es que la paciencia del negociador se acaba, el tener que estar todo el día negociando agota física y mentalmente y hay veces que ni tenemos tiempo ni los nervios están para negociar continuamente y llega un punto que estamos tan cansadas que a la mínima explotamos.
    Muchos besossss.

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  7. Buff yo soy una superogro, siempre he tenido muy poca paciencia y un pronto chillon y pensaba que la maternidad me habia cambiado pero no... Simplemente la nena aun era pequeña para gastar mi poca paciencia. Justo hoy le devia a su padre que ultimamente se me ha agotado la paciencia y que pierdo los estribos facilmente, pero es que tengo la sensacion de que ella esta estudiando donde estan mis limites... Que es muy buena nena y estoy enamoradisima de ella pero tiene unos cataplines a veces... Que termino chillando y lo que mas mal me sabe es que normalmente es a la hora d dormir y entonces cuando esta ya dormidita me queda esa espinilla de que despues de un dia d risas, besos y juegos lo ultimo haya sido un "Basta ya! A dormir!!!!"... Ay que malamadre me siento

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