Al poco de empezar
Víctor el colegio,
empezó a tener problemas con otro niño de su edad. Por suerte no iba a su misma clase, pero cuando se juntaban en el comedor o en el recreo este niño se enzarzaba con Víctor.
Por lo que me contaba Víctor (en estas situaciones sólo tenía su versión) en cuanto discutían por algún juguete, cosa bastante frecuente con 3 años,
el otro niño se enganchaba y le arañaba toda la cara. Bueno, la cara, el cuello y lo que pillaba.
Los monitores del patio o del comedor no se enteraban en el momento, o no llegaban a tiempo y el destrozo ya estaba hecho.
Fueron unos días malos porque le pasó 3 días seguidos y siempre con el mismo niño.
Hable con su profesora y con las monitoras del comedor que me comentaron que ese niño en concreto estaba teniendo problemas con otros niños, vamos, que se enganchaba con casi todos y en este caso le había tocado a Víctor.
Los padres del niño ya estaban avisados y en el colegio empezaron a vigilar y controlar más para evitar más problemas.
Víctor nunca ha pegado a nadie y tampoco sabe defenderse. Cuando le atacan grita y se queja pero poco más. Le expliqué que en esas situaciones lo que tiene que hacer es
separarse del niño que le esté pegando y contárselo a la profesora o monitora que esté con ellos.
También
le tuve que explicar porqué ese niño se portaba así.
En realidad no sé cómo será la situación de ese niño en su casa, cómo lo gestionarán sus padres, si tiene problemas en la familia o si sus padres no saben cómo solucionarlo, pero
mi hijo no entendía porque se portaba así con él (y yo tampoco) así que le dí una explicación que le dejó bastante tranquilo.
Los bebés lloran, los niños pegan
A Víctor le he explicado cientos de veces que
los bebés como no saben hablar ni comunicarse de otra manera
cuando quieren algo lo único que pueden hacer es llorar. Si tienen hambre lloran, si tienen sueño lloran, si se han hecho caca, cuando quieren estar en brazos... lloran porque no saben pedir las cosas de otra manera. Cuando los bebés crecen aprender a hablar y a gestionar sus emociones, pero eso también cuesta.
Le expliqué que
a este niño le faltaba algo de madurez, que igual no sabía expresarse bien con las palabras o que no tenía mucho control con sus emociones y
cuando quería algo y se frustraba porque no lo conseguía con las palabras,
pegaba y usaba las uñas. De esta manera
veía que conseguía lo que quería, por la fuerza,
y por eso seguía haciéndolo así en vez de pedir los juguetes o conformarse con esperar su turno para jugar.
No todos los niños son así pero hay algunos que no saben expresar su frustración de otra manera y al igual que lloran cuando son bebés, cuando crecen pero todavía no han madurado siguen sin saber expresarse bien con las palabras y pegan.
Por suerte después de estos episodios y de hablar varias veces con el colegio
la cosa se tranquilizó. No ha vuelto a tener problemas y este niño ahora parece que pega menos.
A Víctor esos días le costaba entrar en el colegio, lloraba y no quería ir a clase, cuando las semanas anteriores no había llorado nada, pero poco a poco volvió a entrar contento al colegio. Aunque yo no le preguntase él me decía
"Hoy no me ha pegado este niño".
Ahora el tema ya está olvidado, ya no le quedan señales en la cara y Víctor vuelve a entrar bien al colegio. Estoy contenta porque el colegio lo ha sabido gestionar bien y porque
Víctor ha comprendido la situación y no ha cogido miedo.
¿Habéis vivido una situación parecida con vuestros peques? ¿Cómo lo habéis solucionado?
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